"Poner fin a la pobreza en todas sus formas, en todo el mundo"
Erradicar la pobreza en todas sus formas es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la humanidad. Aún existen 783 millones de personas en el mundo que viven en una situación de extrema pobreza. Alrededor de 800 millones viven con menos de $1.90 al día y carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamiento adecuados. A ello se suma que las mujeres viven en situación de pobreza en un porcentaje desproporcionadamente más alto en relación con los hombres. Esto se debe especialmente al acceso desigual al mercado laboral, a una remuneración que no se corresponde con el puesto que desempeñan ni con las tareas que realizan y a su limitado acceso a la educación y a la propiedad.
La pobreza también es más notoria en función del contexto. Así, en Asia Meridional y África subsahariana vive el 80% de la población mundial que se encuentra en condiciones de extrema pobreza. Se espera que estas tasas aumenten debido a las nuevas amenazas que plantea la pandemia, al cambio climático, los conflictos y a la escasez de alimentos. Por ello se ha planteado, como el primero de los Objetivos de la Agenda, el ODS 1 “Poner fin a la pobreza”, que tiene 7 metas. Para poner fin a la pobreza es necesario un crecimiento económico inclusivo, crear empleos sostenibles y promover la igualdad. Asimismo, se deben aplicar sistemas de protección social para disminuir los riesgos de los países propensos a sufrir desastres naturales, brindándoles el apoyo necesario que les permita superar las dificultades económicas.
Los centros escolares también pueden contribuir a mitigar la pobreza. Para esto, es importante que los docentes despierten la curiosidad desde la niñez y juventud, proporcionándoles recursos para investigar y conocer la sostenibilidad. Hacer que entiendan el ODS 1 es el primer paso para mitigar la pobreza desde la educación. Existen diferentes maneras, actividades y estrategias para trabajar dicho ODS en el aula. Por ejemplo, se puede:
Planificar y realizar campañas de sensibilización en torno a pobreza en el centro educativo, así como promover la participación del alumnado en proyectos solidarios.
En las celebraciones y fiestas en las que se entregan regalos, se debe ofrecer la posibilidad de sustituirlos por donaciones a organizaciones solidarias que luchen contra la pobreza.
Promover hábitos de consumo responsable y sostenible en el alumnado; por ejemplo, comprar solo los alimentos que se van a consumir y adquirir productos en establecimientos que donen una parte de sus ingresos a obras de bien social.
Dado que el conocimiento es imprescindible para poner fin a la pobreza, se pueden realizar acciones educativas para que el alumnado comparta conocimientos con niños y niñas y jóvenes de otros países que no pueden tenerlos; por ejemplo, conocimientos de informática, idiomas, alfabetización en lecto-escritura, etc.
Difundir la importancia de apadrinar un niño o niña, pues esto facilitaría su acceso a la alimentación, educación y sanidad.
Participar en la colecta de bancos de alimentos para hacérselo llegar a quienes lo necesitan, donando alimentos no perecederos.
En el caso de los/as adolescentes, promover debates sobre la pobreza en las redes sociales, escribiendo artículos en un blog, etc.
Promover el tiempo libre de la niñez y juventud en voluntariados; por ejemplo, en instituciones de personas sin techo.
Impulsar acciones de recogida de alimentos, agua o ropa destinada a las personas que viven en la calle, además de buscar soluciones para acabar con esta situación.
Se puede promover, entre el alumnado, el consumo responsable y el comercio justo, comprando productos que ayuden a crear un sistema de comercio sostenible y que pueda proporcionar a los trabajadores una retribución justa.
Gladys Merma Molina
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